La Embajadora Vaca Narvaja escribió una columna que fue publicada hoy en el diario Milenio, en la que destaca la importancia de la victoria en Londres del diputado laborista Jeremy Corbyn, a quien define “como un Quijote de la izquierda británica, siempre a favor de las buenas causas latinoamericanas e internacionales”.
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Así se refiere la prensa británica a los partidarios de Corbyn, en español, quizá porque habla perfectamente este idioma y para remarcar su impronta latinoamericana. Jeremy Corbyn, de 66 años, diputado por el distrito de Islington Norte desde 1983, es por muchas razones un amigo de nuestra región. Casado con una ciudadana mexicana y partidario de la extradición de Pinochet a España (cuando era reclamado por el juez Garzón), ese experimentado Quijote de la izquierda británica siempre estuvo a favor de las buenas causas latinoamericanas e internacionales.
En un proceso diseñado para ampliar la base de legitimación del nuevo secretario general del laborismo (pero que probablemente no contó con que la masiva participación escogería a alguien de perfil muy diverso al del establishment político inglés), Corbyn fue electo obteniendo cerca de 60 por ciento de los votos, casi 40 puntos por encima de su inmediato contendiente.
La plataforma de Corbyn es francamente progresista, inclusiva y contraria a las políticas de austeridad. Su pensamiento político es, además, ecologista, pacifista (se opuso tenazmente a la participación británica en la guerra de Irak, en marzo de 2003) y partidario de la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. En su labor política y parlamentaria ha desarrollado una intensa actividad en pro de la paz y a favor de la vigencia internacional de los derechos humanos. Ha sido observador electoral en varios países y activo partidario de la causa palestina.
En lo que hace a la República Argentina, el triunfo de Jeremy Corbyn tiene un impacto especial. Fue crítico de la posición británica ante la Guerra de Malvinas, en 1982, la que adjudicó a un deseo de Margaret Thatcher de distraer la atención crítica sobre las reformas económicas que introdujeron el neoliberalismo en Reino Unido.
En 2012 se integró al Grupo Pro Diálogo en la Cuestión Malvinas, auspiciado por la embajada Argentina en Londres. En años recientes se pronunció públicamente a favor del diálogo con Argentina sobre el tema, sugiriendo, en una entrevista en la BBC y como fórmula de negociación, la discusión de algún grado de administración conjunta sobre las islas. La negociación sobre el estatus de Malvinas es, precisamente, lo que Argentina viene reclamando desde hace casi dos siglos, respaldado hoy, de forma abrumadora, por las Naciones Unidas, la OEA, la Celac, la Conferencia Iberoamericana y otros foros internacionales.
Corbyn es un crítico, dentro del Parlamento británico, al incremento del gasto de defensa en torno a las Islas Malvinas dispuesto recientemente por el gobierno de Reino Unido. Este absurdo refuerzo de la presencia militar británica en el Atlántico Sur, cuando el reclamo soberano argentino es pública y estentóreamente pacífico, ha sido objeto de similares denuncias por parte del gobierno argentino. También defiende a los nativos de Chagos, que fueron desalojados por los británicos por la fuerza en 1966, para entregarle la Isla de Diego García "limpia de pobladores" a Estados Unidos, en un curioso doble estándar en relación con Malvinas, donde Reino Unido defiende un pretendido derecho a la autodeterminación de los no originarios isleños.
El nuevo líder laborista se ha pronunciado en otras causas, solidariamente con Argentina, condenando la acción de los fondosbuitre que pretenden desbaratar el proceso de renegociación soberana de la deuda externa.
La victoria de Corbyn ha despertado una enorme expectativa en vastos sectores de la sociedad británica, en especial entre los más jóvenes, que adhirieron al viejo Labour Party para participar de la contienda. La juventud lo votó masivamente, pero también los sindicatos y los viejos militantes progresistas, que cargan añejas derrotas desde que thatcherismo se adueñara (tres décadas atrás) de la narrativa política y económica británica. Es muy temprano para pronosticarle a este luchador de buenas causas un triunfo en las próximas elecciones generales inglesas previstas para 2020, pero su presencia en el ruedo político es un revulsivo que seguramente impulsará nuevos debates en Reino Unido, que contribuyan a construir una nueva narrativa, más pendiente de la defensa de lo público, de la lucha por la igualdad y del respeto por el derecho internacional.
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