Ciudad de México, 10 de julio de 2022.- Columna del Embajador Carlos Tomada publicada en el periódico Excelsior: "Cuestión Malvinas: una situación colonial en el S. XXI", en respuesta a otro artículo sobre el tema allí publicado.
Por Carlos Tomada *
Nuevamente, el Comité Especial de Descolonización de la ONU (C24) adoptó una resolución que reitera el pedido de reanudar las negociaciones entre Argentina y Reino Unido para resolver la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Ésta es una oportunidad para reflexionar sobre la persistencia de una situación colonial en el Atlántico sur.
Estos archipiélagos son parte integrante del territorio nacional argentino. Argentina los heredó de España. Pero, desde 1833, se encuentran bajo ocupación de Reino Unido, cuando fuerzas británicas desalojaron a autoridades argentinas allí establecidas legítimamente, lo que fue protestado por los gobiernos argentinos desde esa fecha.
La recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía, conforme al derecho internacional, y respetando el modo de vida de sus habitantes, es un objetivo permanente e irrenunciable que se encuentra en nuestra Constitución Nacional y es una política de Estado.
El llamado a las negociaciones entre Reino Unido y Argentina fue recogido en la resolución 2065 (XX, 1965) de la Asamblea General de la ONU. Allí se reconoció la existencia de una situación colonial especial y particular en la Cuestión Malvinas, lo que fue reiterado por esa asamblea y anualmente por el C24.
El conflicto de 1982 no alteró la naturaleza jurídica de la disputa ni la solucionó. Desde noviembre de 1982, la Asamblea General de la ONU aprobó siete resoluciones más, reconociendo la disputa e instando a las partes a reanudar negociaciones.
Quisiera precisar lo referido por mi colega Jon Benjamin en la columna denominada “A 40 años de la liberación y autodeterminación de las Falklands (sic)”.
Denominar a los habitantes de las islas como sociedad multicultural, democrática y que se autogobierna es una falacia. Según el censo de 2016, 86% de esos habitantes era británico o de colonias británicas. Desde 1833, Reino Unido implementa una política migratoria restrictiva del asentamiento de argentinos del territorio continental.
Es llamativa también la pretendida Constitución de las islas, que reserva poder absoluto en la reina para aprobar y modificar legislación y para elegir a discreción al “gobernador” de las islas, quien tiene amplios poderes ejecutivos, legislativos y judiciales. Resulta evidente que los límites de sus funciones sólo son establecidos por la corona británica y no por los isleños.
Reino Unido centra su argumentación en una interpretación del principio de libre determinación de los pueblos, principio que no es aplicable a esos habitantes, quienes constituyen una población implantada por la potencia colonial, a diferencia de casos clásicos de colonialismo. Por eso ninguna resolución de la ONU sobre Malvinas ha avalado la libre determinación y en 1985 la ONU descartó el intento británico de incluir referencias a ese principio.
La ausencia de una resolución diplomática y la permanencia de un resabio colonial en el siglo XXI constituye una deuda pendiente difícil de explicar. Sólo cuando Argentina y Reino Unido reanuden las negociaciones avanzaremos en la erradicación del colonialismo, el respeto al derecho internacional y a los principios que deben regir las relaciones entre miembros responsables de la comunidad internacional.
Quiero agradecer el permanente apoyo mexicano.
Tan valioso respaldo contribuye a fortalecer el pedido latinoamericano que entiende la Cuestión Malvinas como un tema de permanente interés regional.
* Embajador de Argentina en México